Visitando la casa azul de Frida Kahlo

“Pintada de azul, por fuera y por dentro, parece alojar un poco de cielo. Es la casa
típica de la tranquilidad pueblerina donde la buena mesa y el buen sueño le dan a uno
la energía suficiente para vivir sin mayores sobresaltos y pacíficamente morir…” Carlos Pellicer

En una esquina del bohemio Coyoacán, pintada del azul más llamativo, está la casa que aloja el museo de Frida Kahlo. Es mucho más que un museo, ya que es la casa donde nació, vivió la mayoría de su vida y finalmente murió la celebrada pintora.

Casa de Frida Kahlo, Coyoacán. Foto de Christian Córdova en Flickr (CC BY 2.0)

¿Por qué visitar este museo?

Este año visité por segunda vez la Ciudad de México, esta vez acompañada de mi hermana. Ella no es particularmente amante del arte y sin embargo yo tenía muy claro que tenía que conocer la Casa Azul.

¿Por qué? Porque Frida somos todas las personas, y valoro esa vulnerabilidad a flor de piel que la hizo eterna.

Frida era una mexicana común y corriente que destacó en la historia por dos cualidades: su sensibilidad para verse a sí misma y al mundo misma sin filtros, y su enorme talento para plasmar eso que veía y sentía en un lienzo.

Todos tenemos nuestras propias historias marcadas por momentos de dolor, igual que Frida. Todos hemos tenido que sobreponernos a los obstáculos como lo hizo ella y transformarnos en la mejor versión que podemos ser. 

La fama y el talento hacen que su historia sea pública y queden expuestas sus más sinceras vulnerabilidades para discusión de quien quiera opinar, y por eso pienso que es un privilegio conocerla más a fondo en la que fue su casa.

No puedo pensar en un museo más personal que este. En la visita conoces a Frida por fuera (la ropa y accesorios que usaba) y hasta lo más profundo de su corazón en su arte, que habla de su dolor y amor a la vida.

La casa no siempre fue azul, de ese color decidió pintarla en conjunto con Diego. El edificio es hermoso por si mismo, una construcción típica mexicana: los cuartos al rededor de un patio central. La misma arquitectura forma parte de la historia, por ejemplo puedes ver las ventanas que se taparon por la seguridad de Leon Trotski que vivió refugiado en la casa.

Para tu visita procura comprar previamente tus boletos en línea, aunque no es indispensable, puede que te salve de una larga fila (como en nuestro caso). No esta permitido tomar fotografías dentro de la casa, pero puedes pagar un monto adicional para tomarlas. 

También te recomiendo rentar la audio guía, aunque la mayoría de la exposición esta identificada, la experiencia es mucho más valiosa si escuchas el contexto (si estas planeando visitar la Ciudad de México no dejes de revisar el itinerario completo de 4 días con tips para usar el transporte publico, links de compra de entradas, mapa interactivo).

El museo está dividido en salas, cada una con una temática, empiezas conociendo el arte de Frida en la primera sala y luego sigues con su vida: lo que creía, las fotos que le tomaron, su cocina, su estudio, su cuarto, sus vestidos y accesorios.

Con el famoso mural de Diego “El hombre controlador del Universo”

De todas las salas y exposiciones para nosotros fue especialmente conmovedor observar la primera: sus pinturas. 

Aun a los que somos menos educados en la apreciación de ese tipo de arte, nos es fácil encontrar empatía con Frida por medio de su arte. Pienso que al tocar un tema universal como el dolor y sufrimiento, es muy simple sentirte identificado con ella.

En esa primera sala puedes ver la última de sus pinturas. Te imaginas a Frida en sus últimos meses, llena de medicamentos para el dolor, con quién sabe cuantos pesares físicos. Luego miras lo que plasmó en el lienzo, como experimentaba con las luces y las sombras en las sandias, y te das cuenta que en su corazón habían ganas de seguir probando, seguir creando y aprendiendo. 

Por si queda la duda te lo deja claro con su letra: Viva la vida!

El estudio es especialmente hermoso: tenían que subirla alzada (esta en un segundo piso), ahí está su caballete, sus pigmentos, el espacio donde ella y Diego eran colegas y artistas.

Por otro lado está su cama con espejo, donde inició su carrera en la juventud. Y al lado, en la recámara donde dormía, ahí descansan sus cenizas en una urna precolombina con forma de sapo (Diego Rivera se llamaba a sí mismo Sapo-Rana).

La casa se disfruta por dentro y por fuera, no dejes de pasar un rato en  los bellos jardines y la cafetería, ver los árboles y tal vez hablar con otros viajeros.

Despídete de la casa visitando la amplia exhibición de trajes y aparatos ortopédicos que usó Frida.

Llévate un recuerdo de estas cosas que son como la vida: los trajes coloridos representan la alegría y las férulas el inevitable dolor.

Hay mucho más que decir de este museo, por eso te invito a que lo visites con buen tiempo tiempo y calma. Será un rato inolvidable.

Autora

Silvia Zúñiga es una enamorada de los viajes algo atípica: aunque disfruta conocer nuevos lugares también le gusta estar en su casa con su familia (su esposo y sus perritas Osha y Milli).

Viajar es parte de sus ejercicios de salud mental ya que Silvia cree que lejos de la rutina es más fácil ser agradecidos y recordar que la vida es para disfrutarla al máximo.

Con sus artículos busca compartir un mensaje de vida consciente, en armonía con el ambiente e invitar a los lectores a crear el viaje y la vida que quieren vivir.

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